sábado, 8 de octubre de 2011

Historia de una tristeza

Siempre he creído que hay algo especial en la mirada de mi padre, en esos oscuros y grandes ojos habita una tristeza tan profunda que se ha convertido en parte de su ser. A través de los años, esa pena  se ha hundido tanto en sus pupilas que ya no sé donde acaba ésta y comienza el hombre. Cada vez que lo miro, puedo verla asomarse como su fuera un brillo fugaz. Es una pena que ha guardado por muchos años, desde antes de que yo naciera, y que se alimenta  de sueños inconclusos y cariños extraviados. Creo que es la pena de no conocerse a sí mismo, de no saber enfrentar las distancias, la vejes, la pobreza y el adiós. Es una pena de la que ha intentado escapar tantas veces que se le ha extraviado el rumbo y ya no sabe cómo dar el siguiente paso. Puedo ver esa pena, puedo sentirla, la vivo a cada instante. Tal vez por eso nuestro amor es un amor tímido, inmaduro y existe sin las palabras correctas. Tal vez sea por eso que tenemos miedo de perdernos cuando nos encontramos. Por ese sufrimiento silencioso, por ese capricho del destino que quiso que compartiéramos una tristeza tan profunda y humana, tal vez sea que estamos tan alejados.
                Nuestro amor es intenso, pero cada vez que traspasa esa capa de ahogo, nos deja una extraña sensación en el pecho. Un calorcito que no sabemos interpretar.  Pensamos el uno en el otro. A la distancia nos queremos. Suspiramos hondamente y volvemos a ser infelices.

viernes, 7 de octubre de 2011

Pensamientos de un vampiro

Es una noche particularmente hermosa, la luna brilla delicada en la oscuridad del cielo nocturno y un helado susurro parece armonizar el ambiente. Silencio. Todo vueve a ser un recuerdo. Enciendo un cigarro y pienso en mi muerte...