sábado, 11 de julio de 2015

Rojo para siempre

Creo ver en sueños el riachuelo de tu sangre acariciando la hierba. Más arriba estás tú, con el cuerpo roto y dormido para siempre. Esperas con una paciencia infinita  a que alguien te baje de tu pedestal y te recueste en el suelo...
Yo te observo desde el silencio... aun creo ver ese has de luz detrás de tus ojos brillar con una desesperación agónica. Estás de frente a la hélice de tu avión y ves resignado como deja de girar. Tu corazón late más despacio con cada revolución... el mundo es tan borroso que deja de ser real.
Finalmente ha llegado un alma caritativa a recoger tu cuerpo. Pero ya no puedes agradecérselo porque te has ido. Ahora vuelas más alto de lo que jamás lo habías hecho. Por fin la Guerra ha terminado y eres libre.
Libre.
Surges como una leyenda eclipsando el sol a bordo de tu estela roja. Desde abajo, te miran con cierto desdén, pero hasta tus más acérrimos enemigos guardan un profundo respeto hacia tu persona. Todavía creen verte en las alturas pregonando una muerte maravillosa. En tu tumba quedarán los honores de los que un día te derribaron del cielo.
Me parece casi irónico que cien años más tarde, yo contemple tu estrella y me entristezca. Moriría contigo solo para poder sentir el último palpito de tu corazón bajo mi mano... para poder sellar tus labios con un beso único y fugaz. Pero te fuiste para siempre y yo no he nacido siquiera. Solo te veo en sueños y en mis más desesperados anhelos.
Te veo en los círculos concéntricos que anuncian tu camino, te siento en los besos en llamas que encendiste, eres el héroe carmesí que cae por última vez hacia el vacío infinito.
Rojo para siempre.